Voces

VOCES

¿Tienes dentro de ti una voz que te estuvo diciendo, o te dice aún, que no vales lo suficiente, o que no mereces, o que sigues haciendo ciertas cosas mal, o que los demás son primero, o que ocuparte de ti antes que de otros es una actitud egoísta e inaceptable?

¿Tienes dentro de ti una voz que te estuvo diciendo, o te dice aún, que tú tuviste la culpa de las vivencias duras que tuviste, y también de las más traumáticas?

¿Tienes dentro de ti una voz que te dice aún que no sabes manejar tu vida, que pierdes el tiempo, que desaprovechas las oportunidades únicas que la vida te regala, que no sabes apreciar lo que tienes porque no sabes lo que quieres?

¿Tienes dentro de ti una voz que, cuando te habla y la escuchas, la crees porque crees que es TU voz, aunque escucharla y creerla te lleve a sentirte una mierda?

Sí, la tienes. No he conocido nunca a nadie que no la tuviera o la hubiera tenido durante una buena parte de su vida, empezando por mí mismo.

Todo lo que esa voz te dice es mentira. La verdad te la trae, nos la trae, la voz del alma, la que nos habla a través del corazón y reverbera en nosotros a través del timo. Y la voz de la verdad nunca te juzga, ni te desprecia, ni te desvaloriza, ni te quiere invisible, ni te sabotea, ni te inyecta miedo frío, ni te reprocha, ni te machaca, ni te entristece, ni te deprime, ni te oscurece. La voz de la verdad, la voz del alma, te reconforta, te trae paz, te muestra lo que necesitas saber y puedes comprender e integrar, te muestra el camino, alumbra tus recursos para que los veas, te apoya, te acompaña, te ama incondicionalmente.

Detectar la voz que quiere verte hundido, perdido, desconectado de ti, de tu poder, de la Tierra y del Cielo, y darnos cuenta de que está en nosotros pero no somos ella, y ni siquiera es nuestra, son dos grandes pasos en el camino de la desprogramación que necesitamos hacer. Cada capa que desactivamos nos acerca un poquito más a la consciencia de nuestro verdadero poder, de la infinitud de nuestro mundo interior. Nos acerca también a la posibilidad de la alegría sostenida y del dar y darnos verdadero, no desde nuestro Niño Herido ni desde el miedo, sino desde el entusiasmo de nuestro Niño Sanado y desde la paz de nuestro adulto recuperado.

Sigamos, pues, mejorando constantemente nuestra capacidad de discernir, de diferenciar la voz del Miedo, que ni somos nosotros ni es nuestra, y la voz del Amor, que no solo ESTÁ en nosotros, sino que ES nosotros.

Me permito explicar una experiencia muy concreta que tuve con la voz del crítico interior no hace mucho.

Hace un par de años, me inscribí en un programa de postgrado en arte-terapia, "Healing With the Arts", en la Universidad de Florida. Desde el primer módulo, sentí como si alguien hubiera diseñado aquel programa para mí y para personas como yo, es decir, personas que buscamos diferentes formas de conectar la capacidad creadora que TODOS tenemos, la capacidad de sanación que TODOS tenemos, y la espiritualidad. Ese programa se basa precisamente en eso y, además, utiliza uno de los recursos para el trabajo interior que más me mueven y conmueven, que es la visualización.

Una de las visualizaciones me llevó al encuentro directo, "cara a cara", literalmente, con mi Juez Interno, mi Crítico Interior. Una de las maravillas de las visualizaciones es que siempre acaba surgiendo justo lo que tiene que surgir, y no necesariamente son siempre imágenes. Pueden ser sensaciones físicas, emociones, palabras, intuiciones... Pero esta vez sí apareció una imagen, bien clara y peculiar. Era la primera vez que veía la imagen de esa voz que me había estado fastidando a borbotones durante años y años. Sigue fastidiando, pero mucho menos que antes y durante mucho menos tiempo cada vez que se despierta.

Mientras veía la imagen de mi Crítico Interior, oía su voz, tan familiar ya después de tantos años. Y seguí oyéndola mientras la dibujaba. Me repetía cosas que me había estado diciendo durante años: "no mereces", "así no", "no sabes una mierda", "nunca aprenderás", "no sirves". Y la guinda del pastel: "no me has dibujado bien". Como dice la expresión castellana, genio y figura hasta la sepultura.

Oía la voz mientras la dibujaba, pero, al mismo tiempo que la oía, la observaba. Además, el hecho de estar dibujándola me ayudaba muchísimo a hacer justamente eso, observarla con la suficiente distancia como para no solo saber, sino también sentir, que esa voz no era mía, ni es yo, ni me dice la verdad, ni me quiere. La escuchaba con curiosidad y, en algunos momentos, era incluso divertido volver a oír las barbaridades que me iba soltando como rocas en el camino. Pero no solo era divertido. Era también tremendamente sanador oír a mi Crítico Interior y no hacerle ni puñetero caso. Sentir el mordisco de su crueldad y seguir adelante, como si no estuviera diciendo absolutamente nada.

El ejercicio proponía arrancar la hoja con el dibujo, arrugarla, y tirarla a la basura. Yo no lo hice. La imagen y la energía que desprende mi Crítico Interior sigue en una de las páginas de mi diario visual y, de vez en cuando, la miro, la observo, recuerdo aquel día, y me recuerdo a mí mismo que eso está ahí, y yo estoy donde estoy, y que lo que me decía y lo que me dice todavía a veces solo puede clavarse en mí en la medida en que yo no me esté queriendo a mí mismo. Es así de simple y así de complicado a la vez.

Y aquí, os presento a mi Crítico Interior, Mr. No Fucking Way.

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