El amor hacia el descubrir y el escribir para compartir lo descubierto
Ayer, en casa, estuve un rato sintiendo muy vivamente la imagen y la huella del dolor del niño y el adolescente que fui. Era mi yo adulto el que lo sentía y los contemplaba, con serenidad y consciencia, con comprensión y ternura. De ese dolor iba surgiendo, con el paso de los minutos, un yo sereno, seguro, consciente de sí mismo, que se veía, que se sabía, encarnación de un alma que ha venido a llevar a cabo una tarea, hacia dentro primero y, después, hacia el mundo, a través de la escritura. No es, ni mucho menos, la primera encarnación en que esa misma alma escoge ese camino, sino una más en un proceso evolutivo del que conozco algunos de sus momentos anteriores.
A medida que esto sucedía, aparecía con más y más fuerza, en mi interior, un impulso hacia la contemplación del momento en el que, por primera vez, alguien puso en mis manos, literalmente, una obra literaria para que me sumergiera en ella no como parte de mis estudios, sino como un camino de iluminación personal. Fue mi profesora de literatura española de 2º de BUP, Pilar Jaimes, en el Instituto Menéndez y Pelayo de Barcelona. El libro era una antología de la poesía se Vicente Aleixandre publicada en Alianza Editorial. Fue el primer libro de poesía que leí, y fue definitivo porque, a partir de ese momento, sentí un amor hacia la literatura que no ha hecho más que crecer dentro de mí. Hasta ahora, en mi recuerdo, el libro era la edición de Castalia de Espadas como labios y La destrucción o el amor. Creía, además, que ese era el libro que tenía ahora en casa, así que fui a buscarlo a la estantería, sobre todo porque el impulso hacia la contemplación, la visualización, del recuerdo, iba acompañado del impulso para coger el libro y leer algo en su estudio introductorio. Pero no, no era ese el que tenía en la estantería, sino la edición de la primera obra de Aleixandre, Ámbito, en Clásicos Castalia, a cargo de Alejandro Duque Amusco, y poco ahora sé que tenía que ser ésta por varias razones.
La primera, aunque no la más importante, es el relato que Alejandro Duque hace del encuentro en el que otra persona, Dámaso Alonso, puso en las manos de Vicente Aleixandre el primer libro de poesía que éste leyó: una antología de Rubén Darío preparada por Andrés González Blanco. Fue un encuentro muy concreto, en un lugar y una fecha documentados, que se convirtió, como dice Duque, en el punto de incio exacto:
“De pocos escritores puede datarse el comienzo de su vocación literaria con tanta exactitud como en el caso de Vicente Aleixandre. Se ha recordado muchas veces... Verano de 1917, serranía de Ávila; un pueblecito: Las Navas del Marqués.”
La segunda razón por la que tenía que ser justamente ese libro el que tuviera en casa en este momento es la siguiente: en la citada introducción, se menciona que, según Ventura Doreste, Ámbito recoge y anuncia las tres líneas poéticas de la obra posterior de Aleixandre:
la poesía cósmica
la poesía de realidad, de la dimensión histórica y social del ser humano
la poesía de la conciencia del yo
Una estructura en tríada, como el símbolo de mi tarea; como varios aspectos de mi proyecto Reconnect With Your Soul; y también (“¡atención a esto!”, me dije), como el libro que estoy escribiendo sobre una figura clave en la historia de España reciente, en el que abordo:
la dimensión espiritual de la vida del ser humano, tanto individual como coletiva
la dimensión social e histórica
el Contrato de Alma, de su alma
Hay, además, otra capa triédica; en el libro que estoy escribiendo, hay varios en uno:
Uno sobre el Contrato de Alma. En primer lugar, el Contrato de Alma en general, en el cual desarrollo temas como la reencarnación, la vida entre vidas y la Consciencia Crística, entre otros. Esta parte es introductoria y constituye, ya, la semilla del que, dentro de unos años, escribiré exclusivamente sobre el sistema simbólico del Contrato de Alma. En segundo lugar, el Contrato de Alma de la persona en la que está centrado el libro.
Uno sobre la dimensión espiritual de la historia colectiva, en la línea de las investigaciones iniciadas por Rudolf Steiner. Como el anterior, esta será sólo una semilla del trabajo de investigación espiritual que seguirá al libro que estoy escribiendo ahora mismo.
Uno sobre la dimensión espiritual, transpersonal, de la literatura. Una nueva semilla, constreñida, en este libro, a la novela español de los años 40 y de la segunda mitad de los 70.
Además, atraviesa los tres temas, transversalmente, el de la Investigación Transpersonal (Transpersonal Research Methods), de forma similar a lo que Alejandro Duque afirma sobre los significados superpuestos del título del libro de Vicente Aleixandre: ‘ambición’, ‘espacio diurno’, ‘noche’, ‘mente’ y uno más, añade, ‘orbe’ potencial, en el que todo coexiste.
Esta imagen, esta constatación de la presencia de tres libros en uno, aunque con diferente grado de desarrollo, aclara, ordena y serena una de mis fuentes de inquietud sobre el libro en el que llevo un año y medio trabajando y siento que, además, anuncia lo que serán futuras líneas de investigación cuya llamada siento ya con fuerza. Con ese anuncio, confirma lo que intuitivamente llevo unos meses percibiendo y muestra, además, la imagen de la integración de todos esos caminos y el itinerario hacia su integración. El año pasado, en enero, recibí ya un anuncio sobre esto, cuando me llegó la certeza de que la investigación que estaba haciendo sobre este libro y la que, paralelamente, estoy haciendo sobre el Grial son, en esencia, la misma, sin ruptura, separación, desconexión ni desencaje entre ellas.
Todo esto es la tarea de ese escritor que anoche, y aún esta mañana, mostraba su presencia surgiendo de la contemplación prístina, cristalina, del niño y el adolescente perdidos en este mundo, un mundo que, para ellos, sólo resultaba habitable en la medida en que podrían explorarse y expandirse interiormente a través del estudio, el aprendizaje y la escritura.
Hay una pieza más en esta constelación. También ayer, por la tarde, antes de que empezara ese tiempo de reconexión y descubrimiento interior, terminé de leer el resumen de la biografía de Pedro Laín Entralgo publicada en la web de la Real Academia de la Historia: el resumen incluye una breve descripción de los cuatro grandes proyectos de investigación que Laín Entralgo desarrolló a lo largo de su vida. Algunos no pudo completarlos, como muy probablemente sucederá con los míos, pero eso no es lo importante.
En todo lo expuesto están las configuraciones energéticas 3, 4 y 5, que son los pilares en los que se sustenta el componente espiritual de mi Contrato de Alma (lo que se llama el Triángulo Espiritual en la Numerología Espiritual de Moisés del que surge).
Nada es accidental, nada es casual.
A lo largo de todas estas horas, incluido el tiempo durante el cual he estado escribiendo esto, he sentido con una intensidad y una profundidad desconocidas para mí hasta ahora un inmenso amor por la tarea de descubrir y escribir sobre lo descubierto. La primera vez que fui capaz de hablar sobre este amor, en la medida en que entonces era capz, fue a los 17 años, en una conversación de toda una mañana con el que fue mi profesor de Latín, Pascual García Molina, quien fue después amigo entrañable hasta su muerte física y cuyo espíritu ha sido en otras encarnaciones, y también en esta, uno de mis guías. Pascual me preguntó qué pensaba hacer cuando terminara la secundaria, y le contesté, con una certeza que me sorprendió a mí mismo, que no estaba seguro sobre el campo concreto en el que me sumergiría, aunque posiblemente iba a ser la Historia o la Literatura, pero que sí sabía que lo que me apasionaba era investigar y, después, compartir lo investigado, idealmente, escribiendo sobre ello.
Ese inmenso, indescriptible amor sentido ayer y hoy, es la energía de mi alma fusionándose, en plena consciencia, con el yo presente, en pleno proceso de toma de consciencia de otra capa de sí mismo y de ella: ese avance hacia la consciencia plena del alma es exactamente la energía predominante en mi Contrato de Alma, especialmente en la tercera capa de descodificación, la más próxima a la esencia del Ser.