Supraconsciente, Consciente, Subconsciente
En esta vida de desconexión que vivimos, nos acostumbramos a creer que sabemos quiénes somos a partir de aquello en nosotros de lo que somos, o creemos que somos, conscientes. Pero eso es una mínima parte de nuestra existencia y, en gran medida, la vemos a través de las distorsiones que vamos acumulando a medida que vivimos.
La tarea de reconexión que venimos a hacer incluye el trabajo interior en tres niveles de nuestra existencia:
SUPRACONSCIENTE
Nuestro Yo Divino, Yo Superior, Espíritu, la parte de nuestra existencia que es un fractal de la Fuente, con toda su Sabiduría.
Nuestra Alma, en camino hacia la sabiduría del Espíritu a través de la experiencia que proporciona la encarnación humana.
Nuestro Plan de Alma para esta encarnación, al que podemos acceder a través de diversos canales, como el Contrato de Alma y la Carta Natal, por ejemplo.
CONSCIENTE
La parte de nosotros que identificamos con nuestra personalidad y con la parte de nuestra mente que “conocemos” o creemos conocer.
Incluye el conocimiento limitado que tenemos de nuestros cuerpos físico, emocional, mental y espiritual.
SUBCONSCIENTE
El Niño Divino, la conexión con el Yo Superior.
El Niño Interior, con todas las memorias desde el momento de nuestra concepción.
Memorias de las llamadas vidas pasadas.
Memorias de nuestros ancestros, que conforman buena parte de la “plantilla” que, inconscientemente, aplicamos para desplegar nuestra vida en esta encarnación.
El Inconsciente Colectivo, al que estamos conectados como si se tratara de un Internet espiritual.
Se trata, pues, de un trabajo interior que nos lleva a hacernos progresivamente más conscientes de nuestra multidimensionalidad lo cual, a su vez, supone una expansión de consciencia que tiene, por sí misma, un enorme efecto sanador de las diferentes formas de dolor que podemos experimentar como consecuencia de nuestra pérdida de conexión con la verdad esencial de nuestra existencia como Seres Humanos.