Tres símbolos para el proceso de integración interior. Primero.

(Canalizado el 29 de marzo de 2021)

Este es el movimiento de integración de las dimensiones verticales (lo divino y lo humano, el Cielo y la Tierra) y de las polaridades en el plano terrenal: personas y colectivos que están alejados por sus creencias sobre las jerarquías y las diferencias entre iguales. Darse cuenta de que son parte de un mismo todo que se manifiesta de formas muy diversas para re-integrar la unicidad, la totalidad, después de haber experimentado todas las formas de separación y desconexión. El resultado es un punto de síntesis y equilibrio en la intersección de esas dos fuerzas, esos dos movimientos de compleción y crecimiento.

La re-conexión se produce a través de un movimiento suave, armónico, fluido, sin tensiones, un movimiento que recoge y acoge todo lo que encuentra a su paso, porque todo ello es parte de ese Todo que no está hecho de partes, sino que sólo lo parece.

El movimiento es fluido y simultáneo, libre, sin restricciones ni limitaciones ni estructuras que las intenten encauzar. Va en todas direcciones, que parecen ser sólo dos pero que lo incluyen todo, todo lo que está entre los puntos que parecen extremos pero que no lo son, porque ni siquiera son puntos sino espacios constelados de infinitas posibilidades que se limitan a sí mismas para hacerse conscientes de lo que son y de que Son.

La consciencia se expande con este símbolo y sus efectos. Va más allá de lo aparente y lo incluye todo. Es sencillo y completo y todo está en él, dentro de él, conectado con él.

Cuatro puntos gravitan todavía en torno al punto de integración:

  • a nivel individual, psíquico: las cuatro funciones

  • a nivel individual-colectivo, energético: los cuatro elementos

  • a nivel colectivo, inclusivo: los cuatro puntos cardinales

Energías angelicales, Seres de Luz observan y apoyan en todo y todo, respetando el libre albedrío.

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