THE CHOSEN. Temporada 1, Episodio 1. La sanación de María Magdalena
Todos los episodios de The Chosen que he visto hasta ahora (las cuatro primeras temporadas y siete episodios de la quinta) vienen cargados de múltiples temas. Por eso, en esta serie de publicaciones que empiezo aquí, iré escogiendo algunos aspectos de cada episodio sobre el que escriba. No tendría ningún sentido intentar agotar todo lo que un episodio muestra.
He visto la serie varias veces y, aparte, he visto algunas veces más algunas escenas que me han llegado especialmente, por las razones que sea, siempre todas ellas personales y subjetivas, por supuesto. Una de ellas es la última de este primero episodio.
Uno de los hilos conductores de todo él es el de las diferentes formas de vivir la espiritualidad que, a su vez, está directamente relacionado con el tema de los grados de desarrollo de la consciencia crística en cada ser humano. Este tema aparece entrelazado con el desarrollo de la historia de María Magdalena, tal como los guionistas de la serie la conciben, guiados no por un criterio de supuesta veracidad, a la que no aspiran y que no reclaman, sino sólo de coherencia y plausibilidad. Esta es una característica constante en la serie, en la que podemos distinguir, básicamente, dos tipos de contenidos: aquellos que responden fielmente a los escritos de la Biblia, y aquellos que han sido creados para hilvanar la historia y ofrecer a los espectadores un trasfondo coherente, plausible, que cree el contexto ficticio en el cual se insertan los contenidos reales tomados del Antiguo y el Nuevo Testamento.
La historia de María Magdalena, pues, recorre los temas de las formas de vivencia de la espiritualidad, el impacto del trauma en una persona y la capacidad del ser humano de ser vehículo de sanación.
María de Magdala aparece como una mujer rota por dentro como consecuencia, sobre todo, de dos experiencias traumáticas: la muerte de su padre cuando ella era una niña, y la violación perpetrada por un soldado romano cuando era ya una mujer adulta. Su estado es descrito como el de una mujer poseída por siete demonios. He estado leyendo en diferentes fuentes sobre este dato concreto, que sí proviene de la Biblia: siete demonios. No uno, ni cincuenta y tres, ni todos los demonios, ni siquiera EL demonio, sino siete demonios. Parece que ha habido, durante mucho tiempo, un debate sobre por qué siete y, sobre todo, sobre cuáles son esos siete demonios. Creo que, con frecuencia, se olvida que la Biblia no fue escrita en el siglo XX y que su audiencia primera era gente de la que se esperaba que fuera capaz de comprender lo que se le contaba y, respecto a lo que no comprendiera, tener puntos de referencia que ayudaran a las personas a indagar dentro de sí mismas, buscando respuestas a la pregunta de "¿qué quiere decir esto?". Me parecería muy coherente que, al hablar el texto sagrado de siete demonios, estuviera refiriéndose a la distorsión, la "intoxicación", la "impureza", en los siete chakras de María, lo cual transmite una imagen de una persona completamente deteriorada energéticamente y, por tanto, deteriorada espiritual, mental, emocional y físicamente. Hace dos mil años, y antes, se tenía mucha más consciencia de qué eran los chakras de la que se tiene ahora. Basta con mirar la cantidad enorme de pinturas que representan a personajes con sus cabezas rodeados por un halo luminoso, el halo de luz que desprende chakra corona cuando está completamente abierto. Si lo que sufría María Magdalena, como mi intuición me dice, era la "posesión" de sus siete chakras, tiene mucho sentido, es muy coherente, que el simple trato con Jesús la sanara. Veremos que en el episodio esa sanación se da, a lo largo de apenas dos minutos, en diferentes fases.
En el episodio, Nicodemus, obedeciendo órdenes de las autoridades romanas, intenta hacer un exorcismo, con la ayuda de recursos físicos (objetos, hierbas...). Me chocó mucho ver esa escena la primera vez porque, si cambiásemos al personaje y, en lugar de ser un respetado rabino, Maestro de Maestros, "The Teacher of Israel", se tratase de un brujo oscuro, sería muy fácil describir lo que intenta hacer como superstición y herejía porque, fundamentalmente, el Nicodemus del episodio intenta expulsar a los demonios de María como resultado de la utilización de esos objetos y de algunas órdenes que él dirige a esos espíritus malignos. Los guionistas, creo que muy inteligentemente, nos muestran a un líder religioso, un estudioso de las Escrituras, un Maestro de Maestros, ampliamente alabado y respetado, haciendo, básicamente, un ritual supersticioso, movido por el impulso de su mente y en lucha con la inseguridad, el miedo y el estrés que él mismo siente ante una situación que es nueva para él, le ha sido impuesta y, en realidad, le desborda. Cuando vi la escena vinieron a mi mente ejemplos de situaciones de ahora mismo, de este momento de nuestra evolución colectiva en la que se está extendiendo rápidamente eso que suele llamarse "trabajo espiritual", y que es un campo en el que nos encontramos todo tipo de personas, ofreciendo y llevando a cabo todo tipo de prácticas supuestamente espirituales y energéticas, unas, verdaderamente legítimas; otras, más cuestionables.
La intervención de Nicodemus no tiene ningún efecto. Los supuestos demonios no sólo no abandonan a María, sino que se enfrentan al maestro fariseo y le niegan toda capacidad de influencia sobre ellos. Por lo tanto, la forma en que María Magdalena vive, consumida por esa oscuridad interior, no cambia en el resto del episodio, hasta que Jesús va a su encuentro.
Ese encuentro se produce en la escena final del episodio, una de las más profundas y cargadas de significado espiritual no precisamente explícito de toda la serie hasta ahora. La escena muestra, de una forma brillante y muy hermosa, el efecto sanador inmediato que Jesús tiene sobre María, pero no sólo cuando toma la cabeza de ella entre sus manos, sino antes, cuando le habla y posa su mano sobre la de ella por primera vez. Ese primer contacto con la energía de Jesús provoca un efecto de choque dentro de ella, que la lleva a huir de ese hombre al que atribuye, claramente, las mismas intenciones que han tenido otros hombres que se han acercado a ella para utilizarla para su propia satisfacción sexual. Tras ese primer impacto, llegan las primeras palabras de sanación, cuando Jesús llama a María por su nombre:
- "Mary, Mary of Magdala!"
Ahí se intensifica el proceso relampagueante de sanación de María, con las energías de SU NOMBRE. Volveré sobre esto en apenas unas líneas. Nadie en el entorno de María conoce su nombre real; todos la llaman Lilith, lo cual puede resultar muy chocante cuando uno empieza a ver la serie por primera vez. Pero Jesús, obviamente, es omnisciente y conoce perfectamente a María, quién es y cuál es su historia, no sólo por ser el Hijo de Dios, sino por el grado de desarrollo espiritual que, como ser humano, tiene en sí.
Después de llamarla por su nombre, que nosotros, como espectadores, oímos por primera vez, Jesús recita las palabras de Isaías que el padre de María le había enseñado cuando era una niña. Al hacerlo, Jesús se muestra ante ella no sólo como la presencia de Dios, sino también como el padre que ella tuvo y perdió muchos años atrás. Jesús sana, de esta forma, la herida de orfandad de María y, a continuación, cuando toma la cabeza de ella entre sus manos diciéndole "You are Mine", inunda de luz divina todo el sistema energético de esa persona que ha estado sobreviviendo, ahogada en la oscuridad resultante del trauma, durante años.
En toda esta escena, como en toda la serie, se nos invita a adquirir el hábito de contemplar la integración de la doble naturaleza de Jesús como ser divino y como ser humano. El director de la serie, Dallas Jenkins, dice que, para él, Jesús representa, es, "the perfect man", el ser humano perfecto, y creo que es una buena manera de describirlo. En su libro Putting On the Mind of Christ, Jim Marion describe el despliegue de la Consciencia Crística en el ser humano en nueve fases o niveles, el último de los cuales corresponde a “el Reino de los Cielos”, la perfección divina encarnada, como ser humano, en Jesús de Nazareth. Ese es el ser humano perfecto del que habla Dallas Jenkins, un ser humano cuya frecuencia energética hace posible muchas cosas, entre ellas, por supuesto, sanar completamente a una persona, interior y exteriormente, con tan sólo unos segundos de contacto físico, como vemos en el último plano de esta última escena del primer episodio de la serie.
Para terminar, quiero volver brevemente al tema del nombre. Hace unos días tuve una conversación con una persona que está empezando a ver la serie y que se sintió muy confusa, y un tanto malhumorada, al oír que los guionistas habían decidido llamar Lilith a María. En un momento de la conversación me dijo: "no sé cómo se les ocurre; yo no llamaría a nadie Lilith, sabiendo quién fue y lo que hizo". Le expliqué que había otra posibilidad, que no era incompatible con la manera como ella lo ve, por supuesto, sino complementaria. Esa otra posibilidad consiste en que decidieran llamar Lilith a María no como una especie de castigo que la marque como una mujer maligna, o poseída, sino que vive como una mujer poseída como resultado, también, del hecho de que le llamen Lilith, es decir, como resultado del impacto de la frecuencia vibratoria del nombre, de la palabra, Lilith. Ese mismo razonamiento es válido para el efecto inmediatamente sanador que tiene para María escuchar su nombre, "Mary, Mary of Magdala!", en boca de Jesús: no se trata sólo de sanación por reconocimiento de la propia identidad, sino también por el impacto de la frecuencia energética de su nombre. El rabino Jason Sobel, quien, junto con un sacerdote católico y un profesor universitario de estudios bíblicos evangélico, actúa como consultor del equipo de guionistas de la serie, explica que, en la tradición judía, "el destino de una persona está en su identidad, y su identidad está en su nombre". Sólo quisiera añadir a esto que el plan de alma de la persona está en su nombre y que, por eso, el nombre de una persona es, literalmente, sagrado. Me permito, sólo por esta vez, compartir aquí el enlace a una explicación sobre esto en mi web:
https://www.josemariaribaltorre.com/contrato-de-alma
Termino este primer escrito de esta serie dedicada a los episodios de The Chosen diciendo que me siento profundamente agradecido a sus creadores por la honestidad y claridad con las que presentan, aunque sea muy tangencialmente, la cuestión del trauma como el motor subyacente a conductas que, con demasiada frecuencia, todavía son juzgadas y estigmatizadas como resultado no sólo de falta de información sino, sobre todo, de insuficiente compasión.